- ¿Quién es?
- Soy yo
Y la puerta no se abría. Al día siguiente volvía a repetirse:
- ¿Quién es?
- Soy yo
Y la puerta seguía sin abrirse. Así pasaron los años.
Un día el príncipe volvió a llamar a la puerta:
- ¿Quién es?
Y esta vez contestó:
- SOY TU
Y entonces la puerta se abrió.
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